domingo, 28 de diciembre de 2008

La noche del 31

Mientras media Pamplona anda ajustando el menú de Noche Vieja y contando uvas, la otra media pasa las últimas horas del año terminando su disfraz para lucir la noche del 31. Muchos incluso corren la San Silvestre disfrazados.
Recuerdo el entusiasmo con el que preparábamos los detalles desde días atrás. Las madres cosían a destajo, nos pasábamos patrones y nosotros nos probábamos el invento. Por los bares de lo Viejo hemos visto de todo: pitufos, centuriones romanos, pelotaris, barcos enteros de piratas, mosqueteros, lámparas de mesilla, váteres, suelos de bares con vasos y cigarrillos agarrados... La imaginación da mucho de sí esa noche. 
Aunque ahora todo es más fácil y la mayoría acaba comprando o alquilando el disfraz, todavía hay cuadrillas que desbordan imaginación y humor.
Es el tránsito hacia el nuevo año, la noche fría y llena de sorpresas. Un desfile multicolor que llega hasta el centro de la vieja Iruña desde todos los barrios y localidades de la cuenca. La diversión que culmina con un chocolate caliente y unos churros bien entrado el amanecer.
¡Que ustedes lo pasen bien y que el 2009 entre con buen pie!
¡Salud Pamplona!

domingo, 14 de diciembre de 2008

La libertad de expresión

Mucho es lo que se está escribiendo estos últimos días sobre la frase de Tardá "Muerte al Borbón". Muchas son las voces que han enarbolado la bandera de la libertad de expresión para justificar su pronunciamiento. Yo misma estoy a favor de la libertad de expresión. Sin ella, mi profesión no sería sino pura falacia.
No voy a entrar en la intencionalidad de la frase (ni siquiera creo que me importe, porque sólo él sabrá lo qué quiso decir), pero creo que en todo este asunto se está olvidando algo muy importante: la RESPONSABILIDAD.
Todo el mundo tiene derecho expresar con libertad sus ideas y a decir lo que a su buen juicio quiera. Pero todo ello ha de ser desde la responsabilidad. Tardá ejerció su derecho a decir libremente lo que quiso. Pero puesto que lo hizo libremente, nadie más que él tiene la responsabilidad de acatar las consecuencias que se puedan derivar de ello. (Y con esto no quiero decir que deba haber consecuencias, para eso ya están los legisladores). 
A mí me han enseñado que toda acción tiene su reacción. Igual que cuando se juega al billar y al golpear una bola, ésta choca contra otra u otras y las desplaza de sitio. 
Creo yo (y que me corrijan se estoy equivocada), que el desconocimiento de una ley no exime de su cumplimiento. Pues con esto de la libertad de expresión pienso que es lo mismo. Uno puede expresar libremente lo que quiera, pero sabiendo que su ejercicio puede tener consecuencias. Y que, en ningún caso, nadie intente ampararse en la libertad de expresión para eludir las consecuencias de lo dicho.

El tren de segunda

Cuando uno saca un billete y el tren sale de la estación es consciente de que ese tren le llevará al destino elegido. Puede ser, que por el camino, se dé cuenta de que las estaciones por las que pasa no estaban marcadas en su itinerario. En tal caso, se preguntará si se ha equivocado de tren, o si el taquillero se confundió al sacarle el billete. Lo lógico sería que, el individuo en cuestión esperara a la siguiente estación y se bajara del tren. 
No sé si Osasuna se ha dado cuenta en todo lo que llevamos de liga de que  ha comprado el billete equivocado. Ni siquiera sé si es consciente de que se ha montado en el tren que lleva a segunda. Supongo que sí, que a estas alturas, nadie en su sano juicio se empeña en decir que no pasa nada. Entonces, yo me pregunto en qué estado catatónico se ha quedado para no ser capaz de apearse en la siguiente estación y tomar el tren que le lleve en la otra dirección.
Osasuna lleva el triste camino de convertirse en el protagonista de una novela negra. Hace ya tiempo que la segunda le ronda y él, ciego de amor, no se da cuenta de que su diosa viste de negro y lleva la palabra descenso escrita en la frente. Desde el comienzo de temporada frecuenta el bar de la esquina donde un luminoso letrero de neón lanza destellos de perdedor al aire. Gasta en trajes, rosas y whisky una fortuna, mientras su acompañante lleva la daga afilada en el muslo.
Camacho, traído para desatar la venda macabra que el equipo se empeña en llevar en los ojos, no ha conseguido enderezar la marcha descendente del conjunto. Sus números dejan mucho que desear. Me imagino que su cabeza estará dando vueltas a todo este asunto y lo lógico es pensar que después de Navidad, si no antes, se dé cuenta de que su etapita en Osasuna ha llegado a su fin. Por su propia dignidad y palmarés y por la dignidad del equipo navarro.
Por mis palabras se deducirá que soy pesimista, pero yo prefiero creer que soy realista. Cada partido que jugamos es un puro sentimiento de impotencia. Puede ser que un día tengamos mala suerte, que otro día suframos un mal arbitraje, pero después de tanta derrota es de cajón pensar que no damos para más.
Al principio de temporada se dijo que teníamos mejor equipo que el año pasado, que los jugadores eran de mejor nivel y de más calidad. Ante esas manifestaciones, algunas voces experimentadas recordaron que la última vez que se comentó algo así bajamos a segunda.
Y llegados a esta encrucijada ¿qué?
Pues sólo quedan dos caminos.
Uno es asumir las evidencias y preparar al equipo para la que se le viene encima. (Recorte de gastos y de presupuestos, futbolistas de segunda que cobran como los de primera, venta de los jugadores con fichas más altas, reestructuración del organigrama del club...)
La otra es retomar el Sadar, que nuestro estadio se convierta de nuevo ese campo maldito donde la posibilidad de arrancar un punto no estaba ni siquiera imaginada. Donde los jugadores rendían siempre al 125% de sus posibilidades. Y donde cada uno de los once que saltaba al césped sentía el rojo de su camiseta como parte de la sangre que corría por sus venas.  Yo no sé si es porque el día que le cambiaron el nombre por el de Reyno de Navarra alguien se olvidó de bendecirlo, pero está claro que esa denominación no nos da suerte.

martes, 9 de diciembre de 2008

La huella de la ropa

Supongo que ha sido coincidencia, pero en la última semana he podido leer varias referencias sobre la huella que deja la gente en la ropa. El otro día leí un artículo, y que me perdone su autor porque no me acuerdo de su nombre, en el que venía a decir más o menos que a él no le gustaba ponerse la ropa de otra persona, porque es como si en ella se quedara el alma de su dueño. 
También en uno de los chistes de la revista Mujer Hoy, el autor hacía referencia a que los vestidos acaban teniendo la forma del cuerpo de quien los viste.
Eso me ha traído a la memoria un tabardo que heredé de mi abuelo. Cuando éste murió, mi abuela me lo regaló como recuerdo. Mi abuelo Antonio, que también era mi padrino, era un hombre cariñoso y de temperamento sosegado al que nunca vi levantar la voz.  De él guardo gratos recuerdos de cuando me llevaba en su coche, de cuando me compraba patatas fritas, de cuando venía a verme a Obanos el día de mi cumpleaños... 
Mi primer coche lo heredé de él; un seat 124 color naranja butano de cuatro marchas que lo tenía impecable. Cuando él ya no pudo conducirlo me lo regaló a mí. Yo ya estaba en la universidad y él empezaba a tener los primeros atisbos de alzheimer.
Su tabardo lo uso con frecuencia en invierno porque abriga como si llevara una manta encima. Y,  si tengo que ser sincera, he de decir que cuando lo llevo, me siento protegida y acompañada; como si nada malo me pudiera suceder. Es como si él caminara conmigo. Por eso doy las gracias a mi abuela porque al regalármelo, me regaló también un pedacito de su alma.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Se buscan héroes


Y ahora, ¿qué?
Han pasado 13 jornadas de liga. Hemos ganado un partido y empatado cinco. Las cuentas no fallan, tenemos ocho puntos y ocupamos la penúltima posición de la tabla clasificatoria. Atrás quedan esas temporadas tan apasionantes vividas en el Sadar, aunque no son tan lejanas. Entonces, cuando los caracoles derrapaban y el Real Madrid perdía en el Sadar, el fútbol tenía otro sabor. Sabías que cada uno de los once del equipo titular se iba a dejar la piel en el campo, iba a correr más kilómetros que Induráin en los cinco Tours que ganó e iba a tirar a puerta al menos el doble de veces que su rival. Todos los que jugaban cada minuto hacían verdad cada una de las palabras que componen nuestro himno. Después daba igual lo que pasara porque habíamos subido tan alto como ellos y habíamos sobrevolado Pamplona con esa ligereza que da haber superado a otros equipos de mayor entidad. Ahora en el fútbol, como la vida, parece funcionar de otro modo. Jugadores que ganan millones y a los que se les tiene que motivar presentándoles primas por ganar. ¡Por favor! ¿Acaso no es ese su trabajo? Muchos nos empezamos a preguntar qué pasaría si a mí, nuestros jefes nos tendrían que primar por llegar puntual a la empresa, o por sacar cada día el trabajo para el que hemos sido contratados.
Yo sigo esperando que los jugadores de Osasuna se vuelvan a convertir en esos héroes de antaño. No tenían capa, pero la velocidad con la que se desprendían de sus marcadores hacía surgir una estela roja que bien se podía llamar capa. No cobraban tanto como sus rivales, pero les superaban en todos los terrenos. Cuando iban perdiendo sacaban la cabeza y el equipo resurgía de sus propias cenizas y cuando metían un gol, a la grada se le ponían los pelos de punta. Seguimos esperando y espero que la espera no sea larga.

domingo, 21 de septiembre de 2008

La sociedad que nos viene

Un amigo de mi primo está en el hospital. Tiene la pierna rota y el menisco destrozado. Supongo que tuvo mala suerte. El otro día bajó a las diez de la noche a sacar a su perro a pasear en el barrio de Iturrama. Pasó delante de unos columpios donde unos adolescentes se dedicaban a inutilizar la zona de juego de los más pequeños. La gente pasaba sin decir nada y él siguió con su paseo. A la vuelta, los adolescentes habían cambiado de escenario y se estaban metiendo con la verja de una tienda cercana. Él, de buen rollo, les comentó que tuvieran cuidado y que era mejor que lo dejaran por si les veía la policía. Uno de ellos se le encaró y le fue a propinar un golpe en la cara. Él lo esquivó, pero no pudo librarse de la patada de otro de ellos. Patada que le partió la pierna y le destrozó el menisco.
Ayer, yo iba en el coche con mis hijos. Pasábamos por Echavacoiz norte. Un coche iba delante de nosotros y llegamos a un punto en el que otro coche estaba en segunda fila. No tenía los intermitentes puestos. "¿Qué hace ése? ¡Si está invadiendo parte del carril contrario con el morro!" El coche que iba delante nuestra señaló y lo adelantó. Entonces unas piernas salieron del coche y después la cabeza de una chica.  Era sudamericana y llevaba el pelo negro suelto. "¡Ah, va a dejar a alguien". Deduje yo. Pero no le dio tiempo. De repente el conductor la agarró ¿de los pelos?, ¿del brazo? y la volvió a meter en el coche. ¡Le estaba sacudiendo! Yo le adelanté y me paré un poco más adelante. Busqué mi teléfono móvil para llamar al 112. El coche que venía detrás pasó y se paró entre mi coche y el de los otros. Yo miraba por el retrovisor mientras buscaba mi móvil. Un joven se bajó y se acercó a ellos. Para entonces la chica había conseguido salir fuera, pero al ver al joven que se había acercado se volvió a meter en el coche.
Sin dejar que cerrara la puerta y sin indicar ninguna maniobra con el intermitente salió acelerando e invadiendo el carril contrario. Se alejó haciendo eses entre los dos carriles mientras le sacudía a su compañera. Y yo me quedé con el móvil en la mano y rezando porque no provocara ningún accidente y porque esa chica tuviera suerte.
Después de estos incidentes me acordé del doctor Neira y pensé que en esta sociedad no es que se necesiten héroes sino súper héroes, porque lo que nos viene encima... Y mientras, nuestros políticos echándose los trastos a la cabeza y discutiendo como niños sobre quién tiene la culpa de la crisis... y sin hacer nada.

martes, 9 de septiembre de 2008

El tamaño del forro sí que importa

Después de pasarme la tarde forrando los libros de mi hija he llegado a la misma conclusión a la que llegué el año pasado. Los editores y los fabricantes de forro para libros no se hablan. Es más se odian. ¿Tan difícil sería hacer el ancho del rollo del forro diez centímetros más grande? ¿O hacer el formato de los libros diez centímetros más pequeño? Sí ya lo sé, el tamaño de los libros depende del tamaño de los pliegos, bla, bla, bla.
No sé si a ustedes les habrá pasado, pero a mí me da mucha rabia cuando voy a proceder a colocar el libro para cortar el forro y a lo ancho no hay manera de encajarlo; y sólo harían falta cinco centímetros más a cada lado. Así que hay que ajustarlo a lo largo y proceder a cortar un buen trozo que sobra.
Ya me dirán.

lunes, 8 de septiembre de 2008

La mirada de Asier

Asier tenía 18 años. A sus padres, Mari y Maite, y a su hermana Leyre, se les está haciendo muy difícil asimilar su pérdida. Si medimos nuestra vida por lo que escuchamos decir a los demás, puedo aseguraros que la vida de Asier deja una profunda huella. 
Cuando aquel sábado, 23 de agosto, las campanas de la iglesia de Bigüezal anunciaron las cinco, el silencio recorrió el espacio como si se hubiera echado una manta que en pleno verano asfixia la razón. No hay palabras que describan con exactitud el desgarrador recuerdo de su familia; de unos padres aplastados por el dolor, de una hermana acongojada, de los familiares rotos... y de una novia que con el coraje y la pasión que da esa primera juventud daban pinceles de la vida de un joven comprometido, generoso, tímido y responsable.
Su familia donó todos sus órganos tras el accidente que sesgó su vida cuando iba a trabajar a la empresa familiar. Su padre anunció con orgullo y cariño que sus ojos, los ojos de su hijo, habían devuelto la vista a un niño de ocho años. Fue como si una pequeña sonrisa se abriera en medio de tanto sufrimiento. Asier seguirá viendo, seguirá mirando, seguirá sintiendo en cada uno de aquellos que compartieron su vida.

domingo, 20 de julio de 2008

El Misterio de Obanos

Información de interés:
Lugar: Plaza de Obanos
Hora: Sobre las 22.00 horas (cuando anochece)
Entradas: Adultos 18 euros
Días: Del 19 al 26 de julio de 2008
Recomendación: El cierzo sopla siempre en Obanos. Llévate manta y ropa de abrigo.
Más información: www.misteriodeobanos.org

En cuanto el sol empieza a descender por el horizonte, decenas de caballeros, damas, criados, señores, campesinos y peregrinos inundan las calles de la villa de Obanos. Juglares y truhanes devuelven la mirada a la Edad Media y anuncian, en gloriosa armonía, que lo que allí se va a ver sucedió en esas mismas calles entre los cientos de peregrinos que caminaban a Santiago. Entre ellos estaban dos hermanos, príncipes aquitanos, Felicia y Guillén cuya tragedia tornaron en santidad y se rememora en la escenificación del Misterio de Obanos.
Ocurre cada dos años, la semana anterior a la festividad de Santiago, cuando cientos de vecinos  dan vida a más de mil personajes para contar la tragedia de estos dos hermanos y cómo Guillén, cuyas reliquias permanecen en la villa, acabó sus días en la Ermita de Arnotegui que aún hoy protege y bendice a la población. 
Mientras una decena de actores profesionales se encargan de dar vida a los personajes protagonistas, cientos de actores anónimos tratan de contener sus nervios y la alegría se contagia de voz en voz, de corazón en corazón. 
Los caballos atienden los susurros de sus dueños para tranquilizarse entre el gentío, los caballeros ajustan sus espadas, los niños cogen sus faroles, las damas sujetan sus cabellos bajo los gorros, los peregrinos toman su cayado, cada actor está situado en cada una de las tres puertas de entrada. Todo está listo.

jueves, 10 de julio de 2008

7 de julio... San Fermín


Los extranjeros vienen a sanfermines atraídos por el magnetismo del encierro o, quizás, por la posibilidad de hacer un eterno botellón en cualquier parte de la ciudad durante nueve días. Cuando llegan, les asombra que todos vayamos vestidos en blanco y rojo o que le preguntes a alguien por una calle y acabes integrado en su cuadrilla de amigos cenando en una terraza y viendo el encierro desde un balcón con desayuno incluido. 
A los pamploneses nos sorprende que los extranjeros crean que los toros andan sueltos por la ciudad a cualquier hora del día o que, por ser del norte, se nos otorgue directamente el calificativo de fríos y reservados.
Tuve la ocasión de trabajar en la Oficina Internacional durante tres años. Fue divertido y enriquecedor. Hasta nuestro cuartel general situados en la sede de Turismo durante las fiestas se acercaban insignes y veteranos periodistas totalmente integrados en la fiesta, que ya formaban parte de ella. Pero también otros neófitos que tenían mucho de aprender.
De Gran Bretaña se presentaron en 2004 unos periodistas de una revista del motor que se habían venido con un Lamborghini  con la sana intención de hacer un reportaje fotográfico para la revista en plenos sanfermines dentro de la plaza de toros. Después de varias horas de exhibición de la mítica máquina por los alrededores de Baluarte les convencimos de que era imposible perturbar la apretada agenda del coso taurino pamplonés en estas fechas sin previo aviso. Mi amigo Koldo consiguió que a cambio les abrieran la de Estella para las fotos. 
Ese mismo año se presentó un entusiasta presentador de una televisión coreana con la sana intención de que le prestáramos un traje de torero y un toro y la plaza para un reportaje para su país.
Desde Barcelona llegó el corresponsal del Yokohama Sport. Seguramente vino a conocer las fiestas, pero nada más bajarse del autobús en la vieja estación de autobuses le robaron cartera, pasaporte, tarjetas... Como se identificó como periodista lo enviaron a la Oficina de Prensa. Allí Aurelio intentó en vano, tras la visita a varias entidades bancarias, que le mandaran dinero desde su país. Pero es que aquí los bancos en sanfermines trabajan de 9 a 12 y con eso de la diferencia horaria... Al final tuvimos que hacer una colecta entre los miembros de la OIP para pagarle el billete de vuelta a Barcelona. Le prestamos 20 euros cada uno y nos prometió que nos los devolvería. Por la tarde Aurelio se lo llevó a comer y a los toros y allí le robaron la cámara de fotos. ¡No era su día de suerte! A los pocos meses nos llegó la transferencia de los euros que le habíamos prestado. ¡Para que luego digan!
También pude conocer a gente entrañable como John de Nueva York que nos traía cerezas a media mañana. O Owen que vino con los miembros de la BBC para ser su intérprete y que intentaba ligar con Maite por todos los medios. Los pobres tuvieron que salir a todo correr el día 8 después de vivir el angustioso 7 de julio de los atentados de Londres desde la televisión instalada en nuestra sede. Cristina les tuvo que buscar vuelos y enlaces. 
También desde Francia llegan muchos periodistas. El corresponsal del Sud Ouest reclamó el primer año pases para el encierrillo. Cuando llegó le dijimos que aún no nos los habían pasado el personal del ayuntamiento. Montó en cólera y dijo... bueno, me callo lo que dijo. Cuando nos llegaron, buscamos en su ficha y lo localizamos en el hotel en el que estaba alojado. Luego nos lo agradeció eternamente y los dos años siguientes pasó muchas horas en la sede enviando crónicas y fotos y charlando con nosotros y hasta nos trajo las crónicas que escribía para el Sud Ouest.
Mención aparte merece la de un danés del que no recuerdo su nombre. Vino aquí para preparar una guía de viajes. Hablaba perfectamente español e inglés y después de sanfermines visitó varios lugares de Navarra. Tenía un portátil con el que escribía desde la OIP y donde guardaba sus fotos que nos enseñaba todas las mañanas: los churros de la mañueta, el encierro. Se alojaba... bueno, en realidad no se alojaba. Dormía en unos cartones que le guardábamos en la sede. 

domingo, 8 de junio de 2008

Cuidado con las vacaciones

El otro día llegó un comerciante a la oficina ofreciendo un kit completo de telefonía -internet... que era, según sus palabras, un auténtico chollo. Luego nos llevamos la fama las mujeres, pero el hombre se conoce que tenía muchas ganas de hablar y acabó confesándole a mi compañera que estaba divorciado. La cosa debió ocurrir más o menos así. Su suegro se puso malo justo antes de comenzar las vacaciones y su mujer se quedó cuidándole, mientras él y sus hijos se fueron de vacaciones. Ignoro las circunstancias por las que se llegó a ese acuerdo. El caso es que cuando regresaron, su mujer le dijo: "No deshagas las maletas. Te vas de casa". 
Recuerdo haber leído también, que la vuelta de vacaciones coincide con un aumento de divorcios. Parece que no estamos acostumbrados a convivir tanto tiempo juntos y durante este período aparecen las desavenencias multiplicándose como el calor o los mosquitos.
Está claro que las vacaciones a veces no resultan tal y como esperábamos. Así que tengamos cuidado con ellas. O aprendemos a convivir en familia, o practicamos es de tú a Bostón y yo a California.

sábado, 10 de mayo de 2008

Cuando la elección es "luchar"

Siempre me he preguntado qué es lo que hace que las personas reaccionemos de una forma distinta ante determinadas situaciones. Cuando todo parece que va mal, hay personas que sacan fuerzas de flaqueza y se crecen ante las adversidades, mientras otros gastan el tiempo en quejarse, escudándose en la mediocridad de los que les rodean. 
El otro día escuchando la radio pusieron una canción cuya letra decía lo siguiente: "Life is what happens while you are making your excuses". "La vida es lo que sucede mientras tú inventas excusas".  Sí, muchas veces perdemos el tiempo excusándonos mientras la vida sucede a nuestro alrededor. 
Si hemos perdido algo podemos lamentarnos, o gastar nuestras energías en buscarlo. Si hemos hecho algo mal y nos han pedido cuentas por ello, podemos inventar decenas de excusas o asegurarnos de poner el remedio. Si hemos perdido el autobús, podemos quejarnos o buscar otro medio de transporte... Y así en cientos de acciones que suceden cotidianamente. 
Todos conocemos personas que por un esguince han estado semanas sin ir a trabajar y otras que con un brazo roto han tecleado en el ordenador sin parar. 
Cada día es una elección y la elección es luchar cada día por poner remedio a las contrariedades diarias. 
Quizás recordéis la película "La ciudad de la alegría". Es una de esas películas con mensaje que te hacen pensar. En ella se plantea la actitud que cada uno puede tomar ante la vida y sólo hay tres posibles: Huir, ser espectador o comprometerse. El protagonista pasa por cada una de esas etapas y es bonito comprobar hasta qué grado es capaz de comprometerse. 
Tener algo por lo que luchar hace que la vida no sea indiferente.

domingo, 20 de abril de 2008

Sigo sangrando

Cada vez que tú te equivocas, yo sangro. 
He planeado sobre la hierba fresca, he sentido el éxtasis de la victoria, me he estrellado contra el suelo y he sufrido el dolor del insulto. Tengo cicatrices en el alma que forman ya parte de mi historia. Algunas aún tienen el olor de la sangre fresca y sé que muchas de ellas nunca cicatrizarán. 
Me miro al corazón y veo la herida de Sevilla, la recuerdo bien por ignominiosa. Veo el gesto de don Iturralde González y el dolor vuelve a mí. ¡No era necesaria la pena máxima! Vuelvo a mirar y esta vez es don Ramírez González. Te equivocas, también. Pero te da igual. Y yo pienso: "¡Qué mala suerte! Y luego mi corazón se acelera y quiere bombear más sangre para sustituir a la que se ha ido.
Me pregunto qué pasará por su cabeza el lunes. Yo me moriría de vergüenza. Pero uno se acostumbra a todo, supongo. ¿También a equivocarse y seguir con la cabeza alta? Me imagino que sí.
Puede ser que la mediocridad se haya instalado en nuestras vidas y que no sepamos que podemos ser más, ser mejores. Una cosa es caerse cuando te han empujado y otra bien distinta simular tu caída. La diferencia es sutil, pero existe. Como no es lo mismo ser grande que parecer grande. Uno decide si quiere ser grande o si tan sólo quiere parecer grande.
Desde Preferencia Cubierta, de verdad, de verdad, que no era penalti.
Miro mis heridas, siguen sangrando, pero me siento viva. Mi sangre tiene el mismo color que la camiseta de mi equipo.

viernes, 11 de abril de 2008

Cuestión de altura
















A veces, sentimos que el peso de la cotidianidad se empeña en hacernos pequeños. Nos hunde en la mediocridad y en la melancolía. Es entonces, cuando más abajo nos parece estar, cuando nos damos cuenta de que sólo queda un camino; y esa senda nos dirige hacia arriba. Quizás sea el consuelo de los tontos pero, al menos, es un consuelo.
Pensemos, por un instante, que hay nubes encima de nosotros y busquémoslas porque en ellas van nuestros deseos, nuestros anhelos. Atrapémoslas cuando se quedan agarradas a las montañas.

jueves, 3 de abril de 2008

El bosque

Empezaré este blog con unas palabras de Henry David Thoreau:
"I went to the woods because I wanted to live deliberately. I wanted to live deep and suck out all the marrow of life, to put to rout all that was not life and not, when I had come to die discover that I had not lived".

Para los que no sepan inglés o no quieran traducir lo haré yo. Espero que correctamente:
"Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente. Quería vivir en profundidad y extraer todo el meollo de la vida para derrotar definitivamente todo lo que no significase vida y no descubrir, en el momento de la muerte, que no había vivido".

Cuando la vorágine de la vida nos arrastra, es bonito volver al bosque. Sentir la inmensidad de su verde, la mirada alta de sus árboles, los potentes rayos de sol matizando los colores a través de las hojas y de las ramas. Recorrer los pequeños espacios mientras se oye el crujir de las hojas que forman una manta en el suelo.