jueves, 8 de marzo de 2018

La curandera de Pamplona

Fue un día de esos de bucear en la historia de Navarra, cuanto tuve la suerte de tropezarme con ella, con Martija de Jáuregui, conocida como la curandera de Pamplona. A Martija le transmitió el amor por la medicina su abuelo Cartajena, pero nació en una época en la que la mujer tenía vetado su acceso a la educación y no digamos nada a las universidades. Cuando la medicina empezó a profesionalizarse, ella quedó marginada, lo que le impidió acceder a una titulación. Analfabeta en cuanto a títulos, pero no en lo que se refiere a conocimientos, Martija demostró tener una memoria impresionante para recordar enfermedades y tratamientos y una mano exquisita para tratar a sus pacientes.
Atendió a su primera paciente en 1570 y se ganó fama de buena profesional, de manera que muchas mujeres viajaban desde lejos para que las tratara.  Desde Huarte Araquil, donde instaló su residencia, se movía por la zona de Estella, Pamplona y Guipúzcoa en su incansable labor de atención a las mujeres. Era frecuente verla recorrer los montes para conseguir sus propias hierbas.
Fue tal el reconocimiento alcanzado que consiguió un privilegio especial del protomédico de Navarra para curar determinadas enfermedades. Pero eso no la libró de ser perseguida y de levantar las suspicacias de las autoridades, que en muchas ocasiones se presentaron en su consulta para vigilar sus actuaciones, siendo desterrada en varias ocasiones de Estella.
Hoy, me parece un buen día para recordar a Martija de Jáuregui.

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