Mañana es el día. El todo, o la nada. El cielo o el infierno. Hay pocas palabras que se puedan decir ya; o, quizás, todavía haya muchas que pronunciar. Mañana es el día. En medio de las celebraciones del Barça, se cuela un equipo que lucha por la permanencia, que lleva toda la liga con el agua al cuello. Mañana, unos pocos elegidos, o locos, vamos a estar ahí; con el equipo. Después de eso, puede que aún nos siga quedando sangre para derramar el próximo fin de semana, o puede que ya no nos quede vida. Sólo espero -deseo- que si hay que caer, sea con honor.
Espero que mañana sea nuestro día de San Crispián y haya un Enrique V que nos lleve a la victoria y yo pueda contar a mis nietos y a mis vecinos que estuve allí; entre los fuegos artificiales del campeón de liga para tocar el sol con la mano.
