domingo, 21 de enero de 2018

El grito almogávar

Almogávares, los guerreros que conquistaron Neopatria. B.P.
Mis libros nacen del corazón en el instante en que un nombre, un hecho, un lugar es capaz de presionar las teclas adecuadas de mi alma. Se alimentan de palabras, de sentimientos, de hechos, de verdades, de lealtades, de mentiras, de traiciones... y siempre, siempre, crecen al compás de un pentagrama. Por eso, cada uno de mis libros tiene una banda sonora especial.
La de Bajo las cenizas de la Navarrería se engendró con un grito almogávar y tiene el sello de Lurte.
Paseaba yo una tarde por las calles engalanadas de la Pamplona medieval; esas que se transforman en el mes de septiembre y por las que yo procuro transitar todos los años, cuando tropecé con ellos. No recuerdo cuál de sus temas interpretaban, pero recuerdo que no pude resistirme a seguirles. Cuando se detuvieron, me acerqué a ellos y me hablaron de su música y de la inspiración que los almogávares tenían para ellos. ¿Casualidad que yo estuviera empezando a escribir los capítulos en que los almogáveres aparecían en mi novela?
Les pedí que me recomendaran uno de sus trabajos y me mostraron Última Frontera. Lo compré. Y esas canciones acompañaron a mis personajes y me sirvieron de inspiración para dar un poco más de empaque a los almogávares. Es cierto que no tienen un peso muy importante en la novela, pero me encantó recrearlos al compás de las notas de los últimos almogávares. Y luego Lurte se quedó conmigo, acompañándome no solo en la escritura final, sino durante todo el tiempo que duraron mis correcciones y el repaso del texto. Y creo que Martín Almoravid tiene algo de sangre almogávar en sus venas.
Pedres de foc, Diyas de Nieu, Sonius de Tesalia, Sangre y barro... y mis preferidas: Viento y marea y La luz del alba, que junto a Brindis de la taberna, del album Neopatria, dotaron de sonido a las páginas de mi novela.
!Gracias, Lurte!


El grupo Lurte por las calles de Pamplona. B.P.

¿Dispierta fierro! B.P.

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