domingo, 22 de mayo de 2022

Tarsicio de Azcona


Conocía a Tarsicio de Azcona el 5 de noviembre de 2019. Me lo presentó Victoria B. Desde el primer instante en que me saludó supe que iba a ser una persona importante en mi vida; de esas que entran y ya se quedan para siempre. Con su carisma intachable salió a nuestro encuentro y nos aguardó en la recepción del convento de los Padres Capuchinos de Pamplona donde vivía. Desde el primer instante me recibió con los brazos abiertos. Me dijo: Esta es tu casa, bienvenida a mi cueva". Una cueva llena de libros, cuya ubicación conocía al dedillo, como me demostró en más de una ocasión.

Tarsicio era un hombre que irradiaba luz, que te integraba en su mundo de incansable historiador y estudioso de manera sencilla, con cada uno de sus gestos y palabras. En ese primer encuentro me habló con entusiasmo de su convento, fundado en 1606, de su fundador y patrocinador, el mercader Gabriel de Amasa. Entonces andaba enfrascado en sus estudios sobre Carlos V y su estancia en Pamplona.

He tenido la suerte de seguir manteniendo el contacto con él desde entonces, con breves visitas, más espaciadas por la pandemia, y a través del mail. A menudo hemos intercambiado libros y cada una de sus palabras estaba llena de amor hacia su profesión de historiador. En mi última visita me regaló su libro con su biografía De campesino a historiador, donde desgrana toda su trayectoria vital y profesional. También guardo como tesoros otros libros que me deja como legado, con decenas de personajes sobre los que me habló y alentó para contar sus historias.
El último mail me lo envió el pasado 15 de mayo. En él aún tuvo tiempo de felicitarme por el lanzamiento de La bordadora de melodías.

"Me voy yendo, siento que me voy yendo, como la tarde que desciende deprisa, anunciando el ocaso. Soy un noventón, mejor que un noventañero, cubierto de finitud y levedad, esperando la infinitud eterna". 

Padre Tarsicio en De Campesino a Historiador. Apuntes biográficos.