martes, 28 de abril de 2020

You'll never walk alone




¡Gracias!

Esta es la primera palabra que se me viene a la cabeza cuando pienso en Michael Robinson. Gracias por tus cabalgadas por la banda, gracias por el córner de la cuadrilla, gracias por tu forma torera de celebrar los goles, gracias por incendiar la grada de El Sadar, gracias por tu manera de ver el fútbol y la vida, gracias por tu manera de querer a Osasuna, de buscarlo desesperadamente en el mapa cuando firmaste tu primer contrato con el club de Pamplona. Gracias por dejarte la piel en el campo a pesar de tu lesión de rodilla, gracias por llevarnos en el corazón aunque tu vida te alejó de Pamplona, gracias por esa huella que dejaste en Tajonar, gracias por partirte la cara por mi club, gracias por tu impronta y por tu sonrisa. Gracias por todos los buenos recuerdos que nos dejas.
Gracias por formar parte de los grandes momentos de Osasuna.
Gracias por tus informes Robinson, gracias por El día después.
Gracias, en fin, al destino que un día te trajo a Pamplona.
He rebuscado en mis viejos álbumes de Osasuna donde guardaba las fotos que recortaba de Diario de Navarra los días después de los partidos. Aquí tenéis algunas de ellas. Volver a verlas es regresar al viejo Sadar, a un lugar donde los grandes momentos están unidos a grandes personas.
Siempre en nuestros corazones. Hoy más que nunca, sabemos que no caminamos solos.
Adiós, Robin.







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