Naciste a 300 kilómetros de Navarra, el reino que estabas destinado a gobernar; en uno de los feudos de tu padre: Peñafiel. Era martes, (si hacemos caso del calendario perpetuo), 29 de mayo de 1421. Seguramente las campanas repicaron igual que lo han hecho seiscientos años después, trayendo hasta Olite la noticia de tu nacimiento.
Un año después, tu abuelo, Carlos III, que tenía grandes ambiciones y proyectos para ti, que ya te vislumbraba como el gran hombre que serías, heredero de la grandeza de los Capeto, del refinamiento de los Valois y de la ambiciosa casa de Evreux, envió a Mosén Pierres de Peralta para escoltarte y traerte a Navarra.
Así era la tradición y así estaba estipulado en las capitulaciones matrimoniales de tus padres, Blanca y Juan, que, siendo como eras el heredero de la corona de Navarra, debías educarte en la exquisita corte de Olite, rodeado de viñedos, donde tus ancestros habían plantado las raíces de lo que luego tu abuelo convirtió en una de las residencias más lujosas de Europa. Estabas destinado a ser el príncipe perfecto. Tal vez, el primero del Renacimiento o el último de la Edad Media. ¡Ay del maldito que te cerró tu camino, que hizo caso omiso de los fueros y costumbres de Navarra y llenó tu casa de víboras!
Quizás, tú también alimentaste las intrigas y espoleaste a los tuyos, los beaumonteses, para defender tu legítima causa. Te faltó tiempo. Pero tu legado y tu figura permanecen inmortalmente perennes en nuestro recuerdo. Tus insignias, tus emblemas pero, sobre todo, tu recuerdo, se extiende por todos los rincones de Navarra, de tu Navarra. Porque, como bien dice el historiador Mikel Zuza en su libro donde expone las 87 quejas que los agramonteses elevaron contra ti y que aprovecho para recomendaros (Mikel Zuza. Príncipe de Viana: el hombre que pudo reinar. Editorial Pamiela. 2018), fuiste el hombre que pudo reinar. Pero, sobre todo, fuiste el príncipe que debió reinar.
¡Feliz 600 cumpleaños, Charles!
¡Real, Real, Real!
No hay comentarios:
Publicar un comentario