Me acerco a tus muros solitarios esperando ver en los lienzos de tus murallas la silueta de un caballero. Y aguardo mientras escucho cómo la tormenta se aproxima derramando sobre la tierra gruesas gotas que empapan los campos. Al fondo creo vislumbrar una figura. Tal vez, la del propio Lasterra regresando de la Cruzada. Escucho el tintineo de sus espuelas de oro sobre la tierra reseca que espera la tormenta. Me agarro a tus piedras y miro tus almenas desde donde doña Urraca soñó un reino.
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